Ir a la guerra

El hecho de haber nacido lejos de Madrid tiene sus ventajas cuando llegan las vacaciones. No sólo se trata de que cambian las rutinas diarias sino que el entorno es diferente. Preparar la mochila, atravesar los controles en Barajas y tomar un vuelo fuera de la Península son todo un ritual que nos prepara para tomar conciencia de que vamos hacia un lugar distinto y distante. La recomendación de «desconectar» que recibo cada vez que me voy de vacaciones es en la práctica más que una forma de hablar. En la casa de campo donde paso las vacaciones no hay cobertura de móvil y la recepción de televisión tiene sus días buenos y malos. Uno tiene la sensación de que allí, tan anónimo y lejos de todo, eres inalcanzable a todo lo que dejas atrás.

Pero de la misma manera que ir impone un ritual que va preparando mentalmente a la idea de que entramos en un momento especial del año en que todo cambia, al volver uno pasa por la misma serie de pasos que convierte al volver en una ceremonia de despedida. Esta vez fueron unas vacaciones cortas y el sábado tocaba ya regresar. El día de la vuelta, desde que desperté, sentí extraño nudo en el estómago. La aflicción de alguien con un peso sobre los hombros. Sentía que iba a la guerra.

Contemplando un mar de nubes

6 comentarios sobre “Ir a la guerra

  1. La foto está tomada en la cumbre del pico Bejenado (1.845m.) al borde de la Caldera de Taburiente (isla de La Palma).

    Por cierto, aquí había un comentario de «uncombatiente» que borré por error. Ya hay más de 25.000 comentarios basura esperando ser borrados a mano. Y cuando borro hay daños colaterales.

  2. ¿Te has planteado activar el Akismet? Es un plugin que trae de serie el WordPress y es bastante bueno cazando spam (a veces, las menos, se le va la mano, pero nada que se pueda evitar con un poco de control).

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