Afganistán es un país árido y montañoso sin salida al mar. Su valor ha consistido siempre en ser el corredor que une Asia Central con el subcontinente indio y el Océano Índico. Bien fuera en la época del Gran Juego entre los imperios zaristas y británico en el siglo XIX. Bien fuera durante los 90, cuando compitieron la empresa argentina Bridas y la estadounidense UNOCAL para construir un oleoducto entre las repúblicas ex-soviéticas ricas en hidrocarburos y Pakistán. Como reflejo de las idas y venidas históricas de grandes imperios la composición étnica de la población afgana es un puzzle complejo donde encontramos desde descendientes de las huestes de Alejandro Magno a mongoles convertidos al shiísmo. Kandahar, la ciudad desde la que se expandieron los talibán al resto del país, posiblemente le deba su nombre a Alejandro Magno, Iskander en árabe, turco y persa.
La población mayoritaria al sur del país es de la etnia pastún que también encontramos al otro lado de la frontera con Pakistán. En realidad la frontera afgano-pakistaní es un vestigio de la era colonial británica, una ficción cartográfica. La línea Durand ha sido siempre permeable para los pashtunes de uno y otro lado, unidos por lazos de sangre y cultura. A su vez los pashtunes han sido siempre un pueblo indómito para los gobernantes de los dos países. El poder y la acción del Estado afgano y pakistaní en el territorio pashtún siempre han sido débiles.
Sin embargo esa conexión ha sido también el canal por el que el gobierno pakistaní ha intervenido en los asuntos afganos. En tiempos recientes, primero durante la guerra de Afganistán canalizando la ayuda de la coalición antisoviética hacia las facciones favorables a los intereses pakistaníes. Luego en los años noventa apoyando la expansión y consolidación del poder de los talibán, étnicamente pashtunes. Se trata de un detalle importante. Lo que desde fuera se vio como el auge de un movimiento fundamentalista islámico y luego su derrota frente a la Alianza del Norte apoyada por EE.UU., en clave interna afgana se leyó como el flujo y reflujo de una lucha de poder entre pashtunes y una coalición que aglutinaba las minorías tayikas, uzbekas y hazara con el consiguiente cambio de alianzas. El actual conflicto es tan sólo un episodio más de esa histórica lucha por el poder.
Continuará…
Totalmente de acuerdo. Solo recordar que el proyecto de oleoducto al Índico ya ha sido abandonado, y que al final el petroleo de esos paises irá a China que es le mercado consumidor más cercano y lógico. Por otra parte los oleoductos son muy vulnerables a los ataques guerrilleros, así que hacerlo pasar por Aganistán ya se ha descartado.