El país de Quijotia, dotado de yacimientos de petróleo y oro, ha sido invadido por su vecina Lusitania. Y ha sucedido estos días. El alto mando de Quijotia ha recibido las órdenes de repeler la invasión y recuperar las zonas mineras.
Todo parecía ir bien para las fuerzas de Quijotia. Al fin y al cabo era una guerra virtual, un juego de guerra del ejército español, cuyo único propósito era ofrecer un desafío intelectual a los estados mayores que participaban en él. Entonces en Izquierda Unida se han enterado y alguien ha caído en la cuenta de que Lusitania es el nombre que los romanos dieron a más o menos lo que hoy es Portugal. ¡Oh, cielos! ¿Portugal haciendo de «malo» ficticio? ¡Una crisis diplomática en ciernes! (¿Alguien sabe cuántas veces los españoles hemos sido los «malos» en ejercicios virtuales de Portugal?)
Pero algo no cuadra. España ni tiene oro ni tiene petróleo. Así que la sagaz mente de IU que montó el embrollo sospechó que tras los ficticios Quijotia y Lusitania podrían esconderse países reales. Las implicaciones son terribles. ¡El ejército español podría estar virtualmente luchando en el extranjero y el parlamento sin enterarse! En el Confidencial Digital cuentan que IU «echa en falta la base jurídica en la que se sustentaría ese tipo de intervenciones».
Ahí no puedo estar más de acuerdo. No puede ser que las fuerzas armadas españolas realizando maniobras virtuales sobre mapas o ejercicios en el campo («del río Segura pa’llá es Quijotia, del río Segura, pa’cá es Lusitania») pretendan luchar en el extranjero sin la cobertura jurídica de Naciones Unidas. Vamos, es tan absurdo como jugar en la Playstation al Grand Theft Auto sin tener un carnet de conducir en vigor.
Cómo no, IU elevó una pregunta al gobierno el pasado día 6 de septiembre. Siguen todavía esperando respuesta. Y me pregunto por qué.