A la vuelta de Albión

Nunca he sentido mucho entusiasmo por visitar las tres capítales europeas en las que todo el mundo parece haber estado: Londres, París y Roma. Preferí siempre ir a lugares de Europa poco transitados por el español medio. A pesar de todo, sentía que ya iba siendo hora. Londres era una destino obvio pero siempre fue para mí la meca de los niños y niñas de papá que iban allí supuestamente a aprender inglés pero que no hacían otra cosa que ir de discotecas y compras. Me imaginaba Londres como la ciudad cosmopolita por excelencia: Inhumanamente gigante, poblada de gente maleducada. Por las conversaciones con gente que ha vivido allí me la imaginaba llena de jóvenes españoles estudiando inglés y trabajando en cualquier cosa que a las primeras de cambio te preguntarían «¿has estado en la discoteca tal? ¿has estado en el mercadillo de ropa de segunda mano cual?». Así que fui allí sin más intención que ser un turista perdido en la masa. Ver los lugares típicos y obligados, sin más pretensiones. Quizás porque no esperaba nada, tan solo hacer una muesca en la lista de países visitados, resultó que Londres me gustó.

Londres está tan lleno de gentes de lugares tan diferentes y de tantos turistas que es difícil llamar la atención. Puede que mi inglés hablado sea más pasable de lo que yo mismo pensaba y no tuve los problemas que otras personas me habían contado para comunicarte con los «nativos». Fui sin ninguna intención de salir por la noche, así que me ahorré los problemas que se cuentan de caminar por calles vacías a ciertas horas. Aún así no me privé de visitar pubs y profundizar en mi reciente pasión por degustar cervezas tipo ale. Al principio me extrañó cómo las lager continentales que en España se venden en los hipermercados y en botella de 33cl. allí resultaban ser un producto especial. Resulta que el mercado está copado por las ales británicas. Y con razón, probando Abott y John Smith’s Extra Smooth.

Compensando el elevado nivel de vida (un billete sencillo de metro de la Zona 1 cuesta 3,50 euros) para mi sorpresa el British Museum, la National Gallery el Imperial War Museum resultaron ser gratuitos. Me sorprendió también lo relativamente cercano que estaba todo comparado a la idea que me había hecho en mi cabeza mirando el mapa antes de ir: Empezando por la estación de King Cross, el British Museum, Oxford Street, Picadilly Circus, Trafalgar Square y el Parlamento hasta llegar al Támesis se puede ir andando tranquilamente.

Me quedan ideas sueltas que comentar. Algunas merecerán que me detenga otro día a hablar de ellas. Pero hoy les dejo con las inevitables fotos del viaje.

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Aquí unas vista de la torre del Big Ben en dos días diferentes pero en ambos casos en el atardecer. Con el sol bajo en el horizonte conseguí que se realzara el color dorado del reloj.

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Todo turista que se precie en Londres ha de pasar por Picadilly Circus, Trafalgar Square y la Torre de Londres. Que aquí les presento de izquierda a derecha. Nótese cómo la paloma posó para mí encaramada a lo alto de la señal de metro. En la segunda foto como la estatua del almirante Nelson estaba en obras me centré en recoger una de las fuentes con la National Gallery al fondo. Y en la tercera foto una de las cosas que tiene la arquitectura espectáculo: Una hermana gemela de la Torre AGBAR de Barcelona llamada 30 St Mary Axe, en plena City de Londres. En la foto, al fondo tras la Torre de Londres.

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Tras un día largo de museos llegué al atardecer a la zona de Tower Hill. Estaba atardeciendo y las fotos reflejan la puesta de sol. En la primera foto de la izquierda se puede apreciar una de las cosas que sorprenden del Tower Bridge de cerca: El colorido. En la foto del centro se ve el crucero HMS Belfast, que data de la Segunda Guerra Mundial y es un museo flotante amarrado permanentemente en el Támesis. En tercer lugar otro atardecer en el Támesis.

Creo que va siendo hora que me pase a Flickr.

4 comentarios sobre “A la vuelta de Albión

  1. Fui a Londres hace un año en un viaje relámpago. Llegué allí un martes por la mañana y el miércoles por la noche ya estaba cogiendo otra vez el avión de vuelta. No pude disfrutar mucho de la ciudad, todo lo vimos corriendo,… aunque, eso sí, descansamos durante un rato en uno de los típicos pubs londinenses para bebernos una pinta, hasta que nos echaron a eso de las once de la noche… algo inaudito para un español.

    Un saludo.

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