Historias personales

Los periodistas estadounidenses tienen una forma muy particular de contar el desarrollo de ideas o avances tecnológicos. Parece que la historia avanza a golpes de casualidad o por el empeño frente a las circunstancias de un grupo reducido de personas. Y es un estilo de contar las cosas, más allá de los valores que implica esa forma de ver el mundo, que me gusta.

Ahora mismo estoy leyendo «The new face of war» de Bruce Berkowitz y me he encontrado con varias historias curiosas.

La primera arranca en París. Casi al final de la Segunda Guerra Mundial Anthony Rona, nacido en Hungría, cuna de John von Neumman y Andy Groove, se licenció en ingeniería. Pasó un tiempo constuyendo puentes en Camerún para librarse de un matrimonio impuesto por su familia. Al volver de África se casó y emigró a Montreal. Anthony consiguió un puesto de profesor en el MIT y allí se dirigió con su mujer, Monique. El salario le llegaba muy justo para sacar adelante su familia, que la componían ahora el matrimonio y cuatro hijos. Le ofrecieron un trabajo mejor pagado en la compañía Boeing. Nada ver que ver con fabricar aviones, sino I+D para el Departamento de Defensa. Pero aceptarlo implicaba mudarse a la otra costa. Monique y él lo echaron a suertes. Ganó Boeing. Una vez instalados en Seattle, Monique encontró trabajo en la Universidad de Washington gracias a su formación como oceanógrafa.

Monique Rona se familiarizó con la informática en los años 70. En aquel entonces los ordenadores eran unas máquinas enormes y su uso un recurso escaso y valioso que había de ser compartido. En 1968 Bell Lab había adaptado los teletipos para usarlos como terminales de ordenador. En las universidades habían dos o tres ordenadores a los que accedían los profesores y estudiantes desde las diferentes facultades usando teletipos. Rona llegó a ser directora del centro de cálculo de la universidad y vio una oportunidad de negocio en montar una empresa que vendiera tiempo de uso de ordenadores a otras empresas que no pudieran permitirse comprar un ordenador propio. En aquel momento acababa de salir al mercado el Digital PDP-10 y la empresa creada por Monique junto con otros profesores de la universidad llegaron a un acuerdo con Digital. A cambio de un descuento en el precio del ordenador la empresa de Monique, Computer Center Corporation, depuraría el software. Al tiempo, Monique se enteró que dos compañeros de clase de uno de sus hijos eran unos chiflados por la informática. Y pronto llegó a un acuerdo con ellos para que se encargaran de revisar el código a cambio de tiempo de uso del ordenador Digital.

El funcionamiento de un ordenador central y el intercambio de información con sus usuarios mediante teletipos llamó la atención al marido de Monique. Al fin y al cabo ella había instalado un teletipo en la cocina de la casa. Anthony se dedicó a darle vueltas a la importancia que tendrían en las futuras guerras los ordenadores y las redes de telecomunicación. En el verano de 1976 Boeing le publicó un ensayo: «Weapons Systems and Information War». La primera vez que alguien acuñaba el término. Y mientras, los dos chicos que Monique había contratado para depurar código sacaban adelante una empresa de software. La empresa se llamaba «Micro-Soft» y ellos dos, Bill Gates y Paul Allen.

3 comentarios sobre “Historias personales

  1. Muy interesante, la primera vez que veo esto publicado. No conocía esta parte de la historia de la informática, y del análisis estratégico de la «Information War», sigue, sigue, a ver el próximo capítulo.

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