Prima donna dando el cante

Me había olvidado mencionar que la semana pasada fui a la presentación de otro libro sobre el 11-M. En un «salón noble» de un palecete madrileño de rancio abolengo. Mucha gente encorbatada. Y arrancó el acto con la introducción a cargo de cierta figura del panorama académico español.

Lo conocí por primera vez a través de un tocho de más de 600 páginas por el que tuve que pagar una pasta gansa y estudiarme para una de las asignaturas más duras de la carrera. La había dejado para septiembre y aquel verano me pilló una enfermedad vírica que los dos médicos que me atendiero nunca se pusieron de acuerdo a la hora de identificar: ¿Mononucleosis o hepatitis vírica?

Tras días con fiebre, pasé semanas hecho mierda en la cama. Y cuando llegó

septiembre tuve que tragarme aquel tocho. Iba a la universidad y pasaba las hojas con desgana. Como obra de referencia no estaba mal. Pero como manual de una asignatura el libro era infumable. La perspectiva didáctica era nula. Recuerdo los latinajos, las citas en inglés, francés y alemán. ¿A cuento de qué? ¿Presumir de políglota?

El día antes del examen, que era por la tarde, fue cuando por primera vez me senté en serio a estudiar. Así que realmente estudié con ganas un día y medio. Y aún así aprobé. No sé muy bien cómo. El libro lo puse en la estantería, aunque sólo fuera por el dinero que tuve que pagar por él. Y allí quedó.

Volví a encontrarme con el autor cuando lo nombraron director de un centro de estudios de una materia que no tenía nada que ver con lo suyo. Y hasta sacó un libro sobre el tema en una de las editoriales de un poder fáctico fácilmente reconocible. ¿Cobrando o pagando favores?

Y en el acto de la semana pasada fue hablar y meter la pata. Mezclando a los muyahidín de los ’80 con los talibán de los ’90. Leyendo fragmentos del Corán para hacernos ver qué malo es el Islam. Menos mal que no le dio por leer fragmentos del Levítico. Hubiéramos salido todos en desbandada a quemar iglesias.

Supongo que eso pasa cuando te conviertes en una estrella académica. Tanto tiempo invitado a la tele, la radio y escribiendo columnas periodísticas que no da tiempo para leer. Y es que la fama es muy dura…

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