Esta mañana acudí al Museo Pedagógico «José Pedro Varela», que debe su nombre al reformador pedagógico y padre de la escuela pública uruguaya libre, gratuita y obligatoria. Allí tuvo lugar un Encuentro Interinstitucional organizado por la Policía Comunitaria de la Seccional 3ª de la Jefatura de Policía de Montevideo. La Policía Comunitaria fue introducida en 2009 en Uruguay como una policía de barrio con carácter preventivo en el que unos pocos agentes especialmente escogidos en cada comisaría se encargan de tener una relación estrecha con los vecinos.
Las jornadas comenzaron con dos charlas sobre lo que en Uruguay se llama personas en «situación de calle», personas sin hogar que viven en las calles. Habló primero el psiquiatra Esteban Acosta, del Ministerio de Desarrollo Social y Jorge Cuello, de la Intendencia Municipal de Montevideo. Tras la pausa hubo una presentación de la cooperativa de ahorro y crédito COSSAC, que colaboraba en la organización del evento, a cargo de Martín Piovano. A continuación hablaron dos funcionarias del Poder Judicial que trabajan en los Centros de Mediación, que sirven como instancia para la resolución de conflictos antes de llegar a la vía penal. El sociólogo y activista social que hay en mí siguió las charlas con interés. Me trajo a la memoria mis tiempos de voluntario en cooperación internacional donde personas cercanas en la misma ONG trabajaban con los «sin techo». Y evidentemente estar en una jornada de formación para más de medio centenar de policías y poder escuchar sus preguntas, incluyo aquellas sobre protocolos de actuación, se convirtió una situación privilegiada para conocer mejor los entresijos de la sociedad uruguaya.
Para los temas que en este blog abordo la charla más relevante fue la última. La dio el policía Mario Vásquez (siento no haber apuntado su rango) que, teniendo una audiencia formada por agentes de policía que no necesariamente estaban vinculados con la Policía Comunitaria, explicó el método y sistema policial que la inspiró, los de Robert Peel y no los de Rudolph Gulliani o William Braton. Habló de las Escuelas de Seguridad Ciudadana, donde se forman a los Promotores de Seguridad Ciudadana escogidos primeros entre líderes vecinales. Y lanzó un discurso motivacional a los Policías Comunitarios presentes.
Los principios de la Policía Comunitaria me recordaron la filosofía de trabajo sobre el terreno presente en el «Surge» de Iraq de 2007. En términos militares, diríamos que la labor en las calles de creación de vínculos de confianza con los vecinos que termina generando canales de información se puede equiparar a las tareas militares CIMIC y HUMINT. Tuve oportunidad de comentárselo al conferenciante a la salida y estoy seguro de que la doctrina militar de contrainsurgencia tiene mucho que aprender de la labor policial en los barrios.
Cerró la jornada el comisario inspector José Luis Rondán, portavoz de la Jefatura de Policía de Montevideo. Me quedé con la impresión de que la Policía Comunitaria es una línea de trabajo reciente pero que sin duda ha sido el resultado de un reflexión previa bastante seria y que supone un serio avance en la modernización de los sistemas policiales del país.
Tuve ocasión de charlar tras las jornada con Martín Piovano, que me atendió amablemente en su despacho de la sede de COSSAC. Y me vi entonces en el centro de Montevideo en un día de primavera estupendo que aproveché para caminar mucho bajo el sol, comprar otra vez libros en Puro Verso en la peatonal Sarandí, visitar librerías de segunda mano y hacer unas cuantas fotos, donde se aprecia mi fascinación por el Palacio Legislativo y la Torre Salvo.
Voy a echar Uruguay de menos.
En España varias veces y desde diferentes instancias se ha querido montar la llamada «policía de Barrio». Y siempre ha acabado siendo un desastre un dispendio de recursos y una pérdida de tiempo. Espero que el modelo uruguayo sea mejor.
La idea uruguaya es que los Policías Comunitarios sean un equipo especializado en cada comisaría. Y su línea de trabajo me parece algo diferente a lo que he visto en España.
Si, yo también me he dado cuenta de que es otra idea completamente distinta. Una cosa es crear equipos de contacto con la población y otra es tener al típico patrullero a pie y visitando a los comerciantes. O diciendo a los niños que no pongan los pies en los bancos. Una de las pocas dimisiones de un político español vino cuando fracasó la «policía de proximidad» del CNP. Con aquellas motos scooters tan monas.