Promesas que no valen nada

Guardo como reliquias viejos números de la revista Muy Interesante. Tengo un suplemento «Así será el futuro. Los Próximos Cien Años» de 1992. También guardo un monográfico sobre el futuro publicado en el verano de 1995 que incluye un dossier «Un día en la vida del 2050». Sobre informática conservo un monográfico del invierno de 1995, la época en que me compré un Pentium de 120 Mhz. con 1 Mb. de RAM. Y sobre Internet me queda un monográfico titulado «La Explosión Internet» del invierno de 1997. Eran los noventa, cuando leía manga como Akira y Ghost in the Shell. Japón parecía un país obsesionado con el futuro. Era la potencia del futuro.

Pasamos de soñar con publicar un fanzine impreso en casa con una matricial a poder publicar cualquier cosa en Geocities, Tripod o Angelfire. En Internet íbamos a construirnos una nueva identidad sin ser juzgados por nuestra cuna, nuestro aspecto físico o nuestra cuenta corriente. Lo seríamos por lo interesante que fuera lo que teníamos que decir, como anunciaba Rudy Rucker en el clásico «What is cyberpunk?»:

If you value information the most, then you don’t care about convention. It’s not, “Who do you know?”; it’s “How fast are you? How dense?” It’s not, “Do you talk like my old friends?”; it’s “What do you have to say?” It’s not, “Is this comfortable?”; it’s “Is this interesting?”

Teníamos las herramientas para soñar un mundo mejor pero nadie en España les prestó mucha atención. Cuando estalló la Batalla de Seattle el 30 de noviembre de 1999 creí que se abría un nuevo camino. Era una ruptura refrescante con el discurso paleomarxista que asfixiaba la vida intelectual de mi universidad. Pero en el tomo editado por John Arquilla y David Ronfeldt dos años después las conclusiones fueron que el Movimiento Antiglobalización fue incapaz de reproducir el éxito de Seattle.

En aquel año, 2001, la estrategia de paralización de las cumbres del G-8 con grandes manifestaciones demostró sus límites ante el control de los espacios y la ocupación policial de la ciudad de Génova. Meses después la agenda internacional dejaría de ser protagonizada por la palabra «globalización» para convertir al «terrorismo» en el concepto de moda. El mundo post-11S quedaría representado en EE.UU. con las «Zonas de Libre Expresión» acotadas y valladas lejos del evento de turno.

¿Fue entonces cuando dejamos de soñar y hablar del Futuro para sustituir el postcyberpunk por fantasías apocalípticas de zombies?

Mi primeras conclusiones mientras trabajo en mi segundo libro (cuyo índice tengo que actualizar) es que el activismo de redes distribuidas apenas ha servido para poner las calles de París y Atenas patas arriba. Sólo han tumbado gobiernos cuando se han cruzado poderes fácticos o gobiernos extranjeros. Ni siquiera la presión de gobiernos no democráticos ha estimulado la popularización de herramientas abiertas y seguras que supongan una alternativa a Facebook y Twitter.

El Futuro ha quedado reducido a la expectativas generadas ante el próximo producto de Apple o el próximo teléfono que quiera disputarle el trono al iPhone. Habrá entonces que volver a inventarlo. No como un ejercicio de prognosis social sino como un relato de ficción.

14 comentarios sobre “Promesas que no valen nada

  1. «El» futuro ha muerto, ya no tienen sentido los futuros «de la Humanidad» o «de la Sociedad». No hay grandes futuros pret a portez. Por contra hay una miríada de futuros por delante, los de las comunidades reales que tengan potencia, por pequeñas que sean, para construirse una conversación autónoma y una economía.

    El mito del futuro no es operativo ¿y qué? Queda hacer y vivir un futuro a medida para y con los nuestros, sea lo que sea lo que «los nuestros» signifique para cada uno.

  2. Quizá… solo quizá, hay un futuro posible, seré un infantil… o no. ¿quizá recordais Wall-e y la nave Axiom? Quizá ese sea nuestro futuro, no la nave y devastación planetaria… o quizás si… pero lo que sí nos depara este camino actual es el borreguismo desaforado, una cohorte de consumistas indolentes.

  3. Al final venían a tener razón los punkies (sin cyber) con su no future (for you). El futuro, como discurso oficial con sustancia (el porvenir, que se decia antes) ha muerto, o se ha volatizado en lo que dice David, múltplies futuros posibles y simultaneos… pero yo iba por un off topic a cuenta del título de tu entrada: Hay que ver lo imprtantes que fueron Los Piratas para vuestra quinta. A mí me pasaron casi desapercibidos y los descubrí más tarde. Cuando estaban en activo yo estaba encuevado en la vida familia-trabajo y convencido de que ya no había banas españolas que valieran una higa…

    Presentes, futuros y pasados alternativos

  4. ¡El porvenir!

    «…Mañana! Y mañana será otro día tranquilo

    un día como hoy, jueves o martes,

    cualquier cosa y no eso

    que esperamos aún, todavía, siempre.»

    a mí tu comentario, Daniel, me llevó a Ángel González 🙂

  5. Nietzsche hablaba de la muerte de Dios y del superhombre. Ahora la teoría capitalista (un dios actual) ha demostrado estar muerta, pero en su lugar lo que ha nacido no es un superhombre… sino una legión de minihmbres

  6. Pero si se veía venir (y perdón por el comentario futurólogo). Un movimiento social que confunde un ordenador con una persona no irá muy lejos, porque padece de una ignorancia absoluta sobre la naturaleza del poder. La obsesión con organizarse en forma de red no es más que una metáfora prestada del sistema de producción (y perdón por el comentario marxista).

    Pero el error no es solo de los «antiglobis». Es compartido con los partidos socialdemócratas, que no se dieron cuenta de que la agenda de los movilizados era claramente reformista: tasa tobin, condonar la deuda, democratización de instituciones internacionales… Socialdemocracia de corte global, al fin y al cabo. Ingreso, gasto, voto.

    En cuanto a si el futuro existe, eso es física y metafísicamente imposible.

  7. Joffre, de lo que hablamos aquí no es del Futuro en términos de la Física sino de cómo durante los albores de la popularización de Internet y las tecnologías de la información soñábamos con un mundo por venir que sería siempre mejor. Las herramientas tecnológicas serían instrumentos de liberación.

    Ahora hagamos el fundido en negro al presente y mirando a nuestro alrededor vemos que el único ejemplo actual de redes distribuidas que estén cambiando el panorama político es el «Tea Party» (con todos los peros que podamos hacer a su naturalza distribuida). ¿Quién habla hoy del «Futuro»? Nadie. Sólo tenemos apocalipsis zombies y escenarios de un apocalipsis capitalista.

    Daniel, releía el otro día sobre el género cyberpunk y comprendí que la parte «punk» es la que siempre se me escapó por una cuestión generacional.

    Lo único bueno del actual páramo es que tenemos el horizonte abierto.

  8. Sobre profetas, predicadores y pronósticos, sobre Futuros Totalitarios y con mayúsculas, sobre «pequeños futuros a nuestra medida», leía hace poco Utopía y Desencanto, una colección de ensayos breves de Claudio Magris. También le daba vueltas al que-fue-de-la-ciencia-ficción y otras distopías.

    Curiosas las sintonías…

    Por cierto, pasé hace poco por Buenos Aires. Lástima no pasar a saludar, no me acordaba que andabas por allá.

Los comentarios están cerrados.

Esta web funciona gracias a WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: