Yemen y el futuro de Al Qaeda (I)

El pasado día 25 de diciembre el ciudadano nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab trató de hacer estallar un artefacto explosivo que llevaba escondido en su ropa interior durante un vuelo entre Amsterdam y Detroit. Volaba sin acompañantes, sin equipaje facturado y con un billete de sólo ida. Su familia preocupada por su radicalizacion política había advertido a las autoridades nigerianas e incluso también a la embajada estadounidense en el país. El gobierno de EE.UU. anda tratando de averiguar cómo es posible que Abdulmuttalab tomara aquel avión. Pero quizás el hecho más significativo sea que el intento de atentado terrorista fuera reivindicado desde Yemen.

Yemen es un país peculiar: Es la única república de la Peninsula Arábiga y es un país pobre cuyo gobierno combate ahora mismo una revuelta separatista en el sur (que ya provocó una guerra civil en 1994) y una insurgencia de los zaydíes liderados por la familia Al Huthi, que da nombre a los insurgentes. Este último conflicto ha saltado la frontera y Arabia Saudita ha intervenido en favor del gobierno de Yemen que acusa por su parte a los «huthis» de recibir ayuda de Irán.

La combinación de estado débil, país pobre y sociedad tradicional articulada en clanes es un panorama que Yemen comparte con el Sahel, Somalia y partes de Pakistán. Allí donde el Estado es inexistente porque no presta los servicios básicos y no ejerce el «monopolio de la violencia legítima» Al Qaeda consigue implantarse. Pero que Yemen constituya una base de Al Qaeda no es ninguna novedad. Ya en el año 2000 sus aguas fueron escenario de dos intentos de atentado contra barcos de la U.S. Navy. El primero fracasó cuando la lancha empleada se hundió con el peso de los explosivos. El segundo intento logró su objetivo y provocó la muerte de 17 marineros del destructor USS Cole. En septiembre de 2008 la embajada de EE.UU. sufrió un ataque en el que murieron un total de 19 personas. Sin olvidar tampoco el atentado contra turistas españoles allá por julio de 2007.

La novedad en el intento de atentado en el vuelo a Detroit es que Al Qaeda en el Yemen ha internacionalizado su actividad terrorista. Pero las causas se encuentran más en su debilidad que su fortaleza.

En enero de 2009 se anunció la «fusión» de Al Qaeda en Yemen y en Arabia Saudita para constituir «Al Qaeda en la Península Arábiga». Como en el caso de las fusiones empresariales el estudio de los detalles refleja la desigualdad de las organizaciones que se unen. En este caso se trató de una absorción en toda regla por parte de Al Qaeda en el Yemen de su debilitada y fracasada vecina. Como en el caso del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate argelino o el Grupo Islámico egipcio egipcio la incapacidad para obtener arraigo popular, la represión por parte de las fuerzas estatales y el abandonao de la violencia por parte de muchos miembros ha provocado una huída hacia adelante de los que quedan en el grupo tambaleante. Que esas son las causas reales de la unión a Al Qaeda por parte de grupos locales no debe olvidarse cuando se agita el fantasma de la amenaza terrorista. Que haya sucedido a Al Qaeda en Arabia Saudita es más que significativo.

El destino de Al Qaeda es fracasar como otras olas de terrorismo espectacular anteriores. Lo hará dejando un rastro de muerte y conmoción. Pero la historia de Al Qaeda desde 2001 es la historia de un declive.

[Continuará]

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