Lecciones del 7-J de Londres sobre el 11-M

No he dejado de referirme aquí en mi propio blog a la sensación de profesor chiflado, que escribe de temas raros que a pocos interesa. Ni siquiera podría consolarme, he descubierto, a la idea de que en otros países a los teóricos de la transformación de los conflictos armados que van por libre les va mejor.

Hace poco encontraba en la web del Strategic Studies Institute del U. S. War College un artículo de su director, un tal Antulio Echevarría, poniendo a bajar de un burro la teoría de las Guerras de Cuarta Generación. No es que Echevarría, que es parte del establishment académico militar estadounidense, diga diplomáticamente que el enfoque es incorrecto, va a saco diciendo que es un completa pérdida de tiempo. Vamos, que sólo le faltó llamarlo una puta mierda. Tanto encono resulta sospechoso. (William S. Lind le da réplica aquí).

Hablaba hace poco aquí de John Boyd, del que seguro que nadie en España había oído hablar, y que es una figura controvertda. Uno de sus discípulos (uno de los Acólitos), Chet Richards, estuvo el pasado mes de febrero en la Real Academa Naval Noruega. Y contaba por aquí también como el libro de Jorge Verstynge «La Guerra Periférica y el Islam Revolucionario» ha tenido bastante eco en las fuerzas armadas venezolanas. ¿Será verdad eso de que nadie es profeta en su tierra?

¿Qué tiene todo esto que ver con Londres y el 11-M? Es domingo y me puedo permitir estas divagaciones.

Una de las cosas que me mantiene en la brecha es que en este blog voy colocando piezas sueltas del puzzle que es mi visión sobre el concepto de guerras posmodernas que pretendo volcar en un libro. Y otra es que veo, una y otra vez, que no voy demasiado mal encaminado en las cosas que aquí cuento.

Con motivo del tercer aniversario de la invasión de Iraq revisé mis análisis hechos a finales de 2005 y resultó que los encontré muchos más acertados de lo que creía por ejemplo unos pocos meses después de haberlos escrito. O ahí está lo que escribí en la madrugada del 8 de julio de 2005. Tenía que tomar un avión a primera hora en Barajas y allí compré El País, encontrándome un artículo de Gilles Kepel de parecido título. Dije en aquel momento:

Como en el caso del 11-M, el 7-J es un salto cualitativo dado por una nueva hornada de yihadistas dispuesta a llevar la Yihad al propio suelo que pisan. Que hayan logrado su objetivo pero sin que haya sido un atentado tremendamente catastrófico, como el 11-S, tiene mucho que ver que no sean cercanos al núcleo duro de yihadistas de Londonistán, sometido a una intesa vigilancia de los servicios de seguridad británicos. Podrían ser un grupo de voluntaristas que querían pasar a la acción “aquí y ahora”, sin contar con mucha cualificación técnica ni medios. Pero aprovechan no estar bajo el escrutinio del aparato de seguridad del estado. De “Al Qaeda” sólo toman el nombre en un modelo que tiene mucho de “terrorismo franquiciado”. Al Qaeda pasa a ser entonces una idea, un concepto, un virus de ordenador…

Lo del «virus de ordenador» reconozco que suena chirriante. Ahí pretendía evocar las palabras de Lawerence de Arabia en su artículo para la Enciclopedia Brtánica sobre la guerrilla: «una influencia, una idea, algo intangible, invulnerable, sin vanguardia o retaguardia, flotando como un gas”.

Lo que resulta nuevamente curioso, como en el caso de Iraq, es que en las siguiente entradas en mi blog fui rectificando mi análisis de quién era el responsable del atentado. Nueve meses después, descubro que mi primera conclusión fue la buena.

Vía el genial Jonh Robb me entero de que The Guardian ha publicado una «filtración» de parte de las conclusiones oficales sobre el 7-J:

  • Al-Qaeda not linked, says government
  • Internet used to plan 7/7 attack

Para empezar, vemos que en el caso de Londres «los que planificaron y escogieron precisamente esa fecha no andan en montañas lejanas ni en desiertos remotos» que diría aquel. Se trató de un grupo de yihadistas locales que planearon el ataque terrorista «on a shoestring budget from information on the internet». Puro terrorismo Open Source, como ha venido diciendo John Robb, y emprendido con dos duros.

Todo ello es relevante porque viene a confirmar las ideas de quienes hemos llevado la contraria a los conspiranoicos del 11-M sobre la naturaleza de Al Qaeda y el terrorismo yihadista. Y no se trata de una feliz coincidencia o una intuición casualmente confirmada. Una somera lectura del puñado de libros básicos sobre Al Qaeda y el terrorsmo yihadismo sirve para comprobar que lo que afirma Luis del Pino en su segundo capítulo sobre «Los Enigmas del 11-M» publicados por Libertad Digital no tiene ni pies ni cabeza. Al Qaeda es otra cosa. Pero de eso ya hablaremos en su momento…

2 comentarios sobre “Lecciones del 7-J de Londres sobre el 11-M

  1. ¿Puedes permitirte «disgregaciones» o «digresiones»? 😀

    Y sí, efectivamente la idea del «terrorismo distribuido» -más que «franquiciado», porque seguramente ni siquiera se pidan ya franquicias- es la clave para entender AlQaida, cada vez más nebulosa «netocrática», marca colectiva de prestigio en su red y menos «organización formal»

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